domingo, 31 de octubre de 2010

Depende del cometido

  No sabía que había ocurrido exactamente pero acudió corriendo del salón al baño alertado por el bramido.

  La encontró semisentada en el suelo, con la cabeza apoyada contra el bidet glaseada con pequeños trozos de cristal, con la lengua señalando su escápula izquierda y con los ojos fríos.

  Vio claramente que ya no iba a responder más.

  Recuerda ese evento con odio hacia la sangre que tan tranquila e irrespetuosa se deslizaba por el camisón, siguiendo el camino de la lógica física: descendiendo tibia por gravedad y empapando densa por absorbencia, poniendo un punto de insoportable indolencia en una situación tan grotesca en lugar de salpicarlo todo y quemar al contacto.

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