domingo, 5 de julio de 2009

Noche de Enero del detective Durden Daedalus.

Era una noche fría afuera, en ese momento las calles estaban casi desiertas. El aire se deslizaba húmedo por entre los coches y sobre el pavimento, empañando cristales y metales, volviendo resbaladizos los pasos de peatones. Los semáforos parecían estar realizando un ensayo general previo al momento en las personas estuvieran allí para mirarlos.

Dentro la luz era ténue. También había humedad pero esta era más densa y cálida. Brotaba de los dos cuerpos que yacían juntos en la cama, sin tocarse ya, a distancia de aura. Cuerpos desnudos, brillantes por el sudor, tapados parcialmente por una sábana de algodón que no entendía de pudores, arrugada y untuosa por el líquido que atesoraba con celo.
El humo de los cigarros ascendía lento hasta un punto en el que chocaba con un muro invisible y ahí se rompía formando una niebla que acobardaba más aún la luz...