miércoles, 25 de noviembre de 2009

Bocazas


La única condición para vivir en aquel mágico pueblo era tener un secreto, y eso era algo que sabiamos todos los habitantes.

No sabía cual era el secreto de ella pero había conseguido acostumbrarme a ignorarlo y estabamos muy a gusto, eramos felices.
Ese día me sorprendí a mi mismo cuando le dije el mío. No se porque lo hice, pensaba que me costaba más saber que ella ocultaba algo y resultó ser que me costaba más ocultarle algo a ella. Supongo que por amor abrí mi boca de Pandora:

- Cariño tengo que decirte algo.

- ¿Que pasa mi amor?

- Yo no tengo secreto.

Torció el gesto y se rió como de una tontería de chiquillo... que linda...

El resto del día transcurrió dichoso, sentía una libertad interior tan grande y tan vívida que por momentos notaba como si fuera a rebosar por mi boca en forma de arcada de risa. Por la noche fuimos a la cama e hicimos el amor apasionadamente contagiados de mi esplendor y nos dormimos abrazados uno con el aliento del otro.
Al día siguiente desperté sobresaltado y helado de frío, estaba vestido con harapos y durmiendo sobre unos cartones que olían a orina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades.

Peich dijo...

GRACIAS