lunes, 1 de diciembre de 2008

Un poco de lunes

En un profundo valle, más profundo que su propio suelo, más profundo que las raíces de los árboles que allí moraban y tan profundo como su pena.
Profundo y lóbrego; recóndito y olvidado, por lo tanto perdido.
Tan profundo que la luz sólo llegaba a azulear la espesa niebla que lo inundaba.
Profundo y frío, con olor a ropa húmeda y pies helados.
Denso y verde oscuro, sin sonido.
Era en su suelo de barro y hongos donde se encontraban sus ganas de hacer cosas, reblandecidas por la humedad y el frío, desmenuzadas. Allí yacían desde que estaba solo y sin ella; y en ese mismo valle él habría vivido para siempre si ella no hubiera muerto.